✨¿Es posible liberarse de la culpa?✨

Ya sabemos que no hay emociones “buenas” o “malas” ya que todas nos ofrecen información que a veces no queremos ver.

Aún así, hay emociones que no nos gustaría vivir con esa intensidad, por eso lo mejor es hablar de “emociones incómodas” y cómo disminuir ese malestar que nos provoca.

La culpa es una emoción incómoda pero útil que aparece cuando lo que hacemos (o no hacemos) no concuerda con lo que creemos que deberíamos hacer.

Es decir, es una cuestión de expectativas. Es el juicio moral que hacemos a nuestras acciones.

La culpa no es negativa, como hemos dicho, es un mecanismo importante para que las personas sepamos que hemos actuado de forma incorrecta para la sociedad. Solo quien está enfermo no siente culpa.

Otra cosa es la culpa desproporcionada o desadaptativa, esa que nos provoca malestar por no fregar los platos o por haber dicho una palabra desafortunada hace 17 años.

A este tipo de culpa es preferible bajarle el volumen o puede convertirse en un martillo pilón que no nos deje en paz.

¿Cómo puedo disminuir el hecho de sentir culpa desproporcionada?

  • Planteándome los valores morales que tengo. ¿Cuáles son mis valores? ¿Éstos son míos o han sido heredados? A veces sentimos culpa por actos que, bien pensados, no son tan graves y responden a un juicio que ni siquiera es tuyo.

  • Flexibilizar mis juicios. El  ser humano no es todo o nada. Una acción no nos define e intentar ser coherente todo el tiempo durante cualquier situación es absolutamente agotador.

  • Perdónate. ¿Perdonarías a alguien que te ha hecho aquello por lo que tú te atormentas? Piensa que siempre intentamos hacer lo mejor que sabemos con la información que tenemos en ese momento. La culpa es una emoción que aparece posteriormente pero ¿tú sabías cuando ocurrió todo lo que sabes ahora?

  • Aceptalo y afróntalo. ¿Resuelve algo volver una y otra vez al pasado para recordar aquello? Lo que se hizo, se dijo o no se hizo, ya ocurrió. No podemos evitarlo. Lo que queda es aceptar la situación y afrontar las consecuencias. Evitándolo solo conseguimos que vuelva a nuestra mente una y otra vez. Es el elefante rosa en la habitación.

Cuando hablamos de liberarnos de la culpa no quiere decir que apoyemos eludir la responsabilidad. La responsabilidad nos mueve a la acción, la culpa nos paraliza.

Puedes verlo en vídeo aquí

✨¿Luchar por mi pareja o separarme? ✨

Hablaba hace poco con una amiga sobre su situación de pareja.

-¿Te merece la pena seguir con él?- Le pregunté

-Me da coraje que me hagan esa pregunta, mis padres nunca tuvieron que planteárselo.

Y quizá es verdad. ¿Pero eso es algo positivo?

Es decir, quizá antes no tenían que preguntarse si les merecía continuar en la relación porque no había otra, no había otro remedio: las cosas sólo se terminaban cuando se llegaban a límites de infelicidad total. Ahora las cosas son diferentes y las personas buscamos la realización más allá (gracias a la vida). Buscamos ser felices, sea la felicidad en soltería o en una relación.

Pero ¿cómo saber si mi relación ha terminado?

El proceso para acabar con una relación no es fácil, sobre todo si no existe un motivo contundente (a veces, incluso con el motivo, también lo es). Podemos querer mucho a la otra persona, pero ser conscientes que no somos todo lo felices que podríamos.

Una pareja puede no funcionar por muchas cosas… Puede deberse a un enfriamiento, al desgaste de lo cotidiano, al cambio vital de alguna de las partes o ambas… Por eso, cuando nos encontramos ante esta tesitura hay que pensar con la cabeza fría para ser consecuentes con la decisión que tomemos.

Las preguntas que propongo a continuación son un ejercicio que puede orientarnos para saber qué es lo que nos está ocurriendo.

Es importante hacerlo en un lugar tranquilo, íntimo, si puede ser por escrito y, lo más importante, con toda honestidad.

  • 1. ¿Es costumbre?

¿Sigo con esa persona porque llevamos mucho tiempo? A veces nos da la sensación que si hemos invertido mucho tiempo en una relación, acabar con la misma equivaldría a perderlo.

  • 2. ¿Tenemos cosas en común? ¿Compartimos espacios y/o intereses?

No significa que todo lo que se haga tenga que ser compartido, es más, los espacios propios son muy importantes. Es una cuestión respecto a aquellos valores en los que coincidís.

  • 3. ¿Me acompaña en el plan de vida que tengo aunque éste haya cambiado?

¿Cuál es tu plan de vida? ¿Qué objetivos y metas tienes planteados? ¿Mi pareja los conoce y los comparte? ¿Los respeta?

  • 4. ¿Me estoy esforzando demasiado?

Debido a todas las implicaciones que terminar una relación tiene, a los miedos y a las consecuencias externas, nos esforzamos por mantener algo que sabemos roto. ¿Sientes que es tu caso? ¿Pones mucho de tu lado considerando que la otra parte no hace tanto? ¿Sacrificas tu tiempo y energía por el bienestar de la relación?

  • 5. ¿Pasamos más tiempo discutiendo que sin discutir?

La comunicación es clave y no debe evitarse por el hecho de iniciar una discusión. Tener esto claro es importante. El problema viene cuando las interacciones son (casi) exclusivamente peleas. ¿Es la forma o el contenido de lo que habláis el punto de conflicto?

  • 6. ¿Hay alguna situación o comportamiento que creas que es insalvable?

No todo se puede superar. Cuando los comportamientos de otras personas atentan contra nuestros valores y estos comportamientos no quieren o pueden ser cambiados es el momento de plantearse si hay alguna solución.

  • 7. ¿Eres feliz?

¿Te hace feliz? ¿Te gusta la vida que llevas? ¿Tu vida se enriquece a su lado?

Estas preguntas pueden servirnos para ir más allá y plantearnos de forma consciente qué es lo que queremos (y qué no) en nuestra vida.

Terapia de pareja

Ir a terapia de pareja es una forma de afrontar la situación muy válida. En terapia se puede poner de manifiesto qué es lo que cada parte considera que no funciona y, sobre todo, buscar alternativas a los comportamientos que no ayudan. Es un espacio seguro, con una persona objetiva que nos debe facilitar la comunicación. Un lugar en el que expresarnos y sincerarnos.

Eso sí, la terapia puede servir para seguir, pero también para separarse. 

Es algo que tenemos que tener claro.

No siempre una relación tiene “solución” bien porque las personas han tomado caminos diferentes, bien porque se ha desgastado todo de tal manera que no hay reparación posible.

Y no estamos hablando de amor.