La vuelta al cole en tiempos de Covid

No creo que yo sea la única madre que ha temido la vuelta al cole de sus peques, ya sea por motivos de salud o, como es mi caso por motivos emocionales. Íbamos a pasar de un inicio escolar en el que se respetaban los ritmos del alumnado, a uno en el que según la normativa del colegio, no podíamos bajarnos del coche para dejar a nuestras criaturas en el patio.
Mi hija mayor, de tan solo 4 años, no llevó muy bien sus inicios de curso previos y yo estaba preocupada por cómo iba a llevar el nuevo inicio escolar, después de tantos meses de convivencia. Así que, una noche de esas en las que el sueño ni aparece ni se le espera, decidí hacerle un “botón de los mimos” para que le ayudase durante los primeros días de clase.

Esa misma mañana, con un cansancio extremo debido a la falta de sueño, pero con la mejor de mis sonrisas, me acerqué a mi hija para contarle mi idea para que el inicio de cole fuera un poco más “adaptativo”. Le conté que haríamos un botón de los mimos entre las dos, con la forma y los colores que ella quisiera, y que así, podría llevárselo a clase y, que cuándo se sintiera triste o sola, podría apretar el botón y recibiría mis mimos y abrazos para darle fuerzas y seguir adelante con las clases.

Enviado desde mi iPhoneCuando fuimos a comprar las hojas de goma eva para lanzarnos a la aventura de la manualidad, mi hija me dijo una de las frases más bonitas y tiernas que le he escuchado. Y es que al empezar a hacer el botón me dijo: “Oye Amatxu, igual tenemos que hacer otro botón para ti y así cuando estés triste por no poder estar juntas, también puedes tener mis mimitos”.
Obviamente hicimos botones para todos, y ahora que ya llevamos unas semanas de curso escolar, tengo que decir que el botón de los mimos aún acompaña a mi hija en su jornada escolar, eso sí…ahora lo lleva en la mochila por si alguna vez lo necesita, aunque como ella dice, ahora ya no tiene que pulsarlo todos los días.

Un amor muy “humano”

Soy afortunada, tengo varios amores en mi vida (algunos ya no en este plano) pero hoy he decidido contarte la historia de amor con mi perro Humphrey. Quizá porque es el amor más consciente y elegido. Después de perder a mi segundo hijo en el tercer mes de embarazo, entré en una caída libre hacia la depresión y mi pareja sugirió que tal vez deberíamos adoptar un perrito. Yo me ilusioné con la idea la verdad, así que pedimos cita a la perrera y fuimos a elegir a nuestro futuro perrito. Y allí estaba, esperándonos, un cachorro mestizo con ojos humanos 

 Y desde ese día que vino a casa decidí amarle, conscientemente, y ese amor se ha multiplicado más y más. Sin duda me salvó de la depresión mi pequeño H y poco a poco recuperé la alegría. Ahora es el compañero paciente de juegos de mi hijo mayor y de mi tercera hija, que nació poco después del aniversario de la adopción de H.

Estoy segura de que nuestro hijo estrella nos puso a H en nuestro camino.

A mi madre y a mi hijo…

Cuando decidí ser madre soltera, tenía a mi lado una madre joven, sana y fuerte que estaba deseando ayudarme y enseñarme a ser mamá cuando el momento llegara. Mi embarazo transcurría con tranquilidad, salud y mucha felicidad. Me sentía llena de paz, alegría y amor y estaba deseando conocer a mi bebé.                                                                                       

Hacia el sexto mes de embarazo, me trasladé a la casa de mi madre para preparar la llegada del  bebé. Poco después mi madre empezó a tener olvidos y a comportarse de un modo raro. A veces no parecía ella y yo empecé a preocuparme. Un día, se despertó desorientada y llamé a la ambulancia. Llegamos a urgencias y al cabo de media hora me daría la noticia que cambiaría el resto de mi embarazo y de mi vida: mi madre tenía un tumor cerebral y le quedaban de dos a seis meses de vida. Todavía me caen las lágrimas al recordarlo. Yo sujetaba mi tripita con fuerza mientras aquella doctora arrojaba esas palabras sobre mi.

Si sólo vivía 2 meses, no iba a tener tiempo de conocer a su nieto y si vivía 6 meses, cómo iba  yo a aprender  ser madre en tan poco tiempo y lo peor… ¿cómo iba a ser capaz de vivir sin ella? 

Tras dos semanas en el hospital, volvimos a casa. Su tumor ya estaba muy avanzado y ella no era “consciente” de todo lo que estaba viviendo y de repente… una noche rompí aguas y tuve que llamar de nuevo a una ambulancia para que me llevara al hospital puesto que mi madre ya no podía acompañarme en el parto, tal y como habíamos planeado.                                                             

Pau nació a los 8 meses, y yo creo que se adelantó para conocer a su abuela aunque ella ya no pudiera apenas conocerlo ni reconocerlo, pero él no quería perderse al menos sus primeros meses de vida con ella. Así que tras una semana en el hospital, regresé a casa con un bebé recién nacido y dispuesta a cuidarlo a ella y a mi madre en cuerpo y alma.

Llegué a casa llena de energía y muy activa creyéndome capaz de llevarlo todo: cuidar al bebé, a mi madre, a nuestro perro, llevar la casa, cocinar y todo ello con buen humor, amor y alegría. Al principio así fue, yo les cantaba canciones a los dos y los colmaba de besos y alegría. Mi madre a veces nos miraba pero no nos veía y a veces nos escuchaba pero no nos oía. Su tumor además le distorsionaba las emociones, cuando el bebé lloraba, ella creía que reía y a veces cuando reía, ella pensaba que lloraba. Y así pasaron casi tres meses… viviendo en una montaña rusa de emociones. Por un lado, tenía el inicio de la vida y la felicidad personificados en Pau y por otro el final de la vida, la muerte, a la que mi madre se acercaba cada día un poco más. Aquello fue brutal… aún no sé cómo fui capaz de soportarlo.                                   

Tras tres meses mi madre empezó a necesitar atención médica 24 horas al día y tuvimos que ingresarla.

Se me partió el corazón al dejarla en esa habitación de hospital sabiendo que ya nunca volvería a su hogar. Y allí vivió durante 3 meses más, visitada frecuentemente por sus amigas, su hermana y por supuesto por mí y por Pau. Hacia el final de sus días, ya no podía andar y le faltaba fuerza hasta para hablar pero un día reunió la suficiente para pronunciar el nombre de mi hijo “Pau” y decidí subirlo a su habitación, cosa que hasta entonces había evitado por miedo a que el bebé cogiera algún virus del hospital. Al notarlo a su lado, mi madre acarició su cabecita mientras me me decía “está precioso”. Al día siguiente, cayó en un especie de sueño y a los 3 días murió. Esa mañana estuvimos a su lado cantándole canciones, dándole besos y llenándola  de amor. “Eres la mejor madre del mundo”, le dije mientras le besaba la mejilla. Esa misma tarde nos dejó. Exactamente el día que hacía 6 meses desde su diagnóstico. Yo no estaba preparada para vivir sin ella pero Pau me dio la fuerza necesaria para seguir adelante, luchar y se la madre que él merece.

A día de hoy, han pasado casi 10 meses pero yo recuerdo esos 6 meses como si fuera ayer…  Ella no está físicamente con nosotros pero sigue viviendo a través de mi hijo y de mi.  Gracias a Pau comprendí el amor incondicional que mi madre había sentido por mi cuando nací y mi corazón me pedía cuidarla y hacer que se sintiera querida en sus últimos meses de vida. Pero una nunca está preparada para quedarse sin madre y menos aún cuando acaba de convertirse en mamá… es cuando más la necesitas pero la vida me brindó la la oportunidad de convertirme en madre de Pau y en cierto modo, en madre de mi madre y espero que ella se fuera feliz y notando el amor incondicional que siempre sentí y sentiré por ella. Gracias por tanto, Mamá, te quiero.

✨El humor como respuesta✨

Un día me dio un ataque de pánico bastante fuerte mientras me duchaba.

Cierto o no, veía mis dedos de las manos más azules de lo habitual (estaría el agua muy fría, vete tú a saber).

Empecé a pensar que me estaba pasando algo, que el oxígeno no estaba llegando bien a mis extremidades… Infarto, anoxia, trombo…

Salí de la ducha pidiendo ayuda, completamente fuera de mí. La sensación de muerte era inminente.

Mi padre acudió al escuchar mis gritos, no era la primera vez.

– Papá, papá, algo me pasa. Tengo los dedos muy azules.- Yo estaba llorando, histérica. 

– A ver, hija, pues te estarás convirtiendo en un pitufo.

Empecé a reírme de la ocurrencia… Hoy todavía me río si lo pienso. Aunque las lágrimas seguían saliendo, el ataque en sí se me pasó poco a poco. 

Y es que la risa, el humor, es una emoción incompatible con la ansiedad. 

Por eso trato de no tomarme demasiado en serio…

La desensibilización sistemática

La desensibilización sistemática es una terapia de comprobada eficacia para el tratamiento de las fobias y de los trastornos de ansiedad en general.

Resumiendo mucho lo que se trabaja es el acercamiento progresivo al estímulo que provoca ansiedad desde un estado emocional incompatible que suele ser el de relajación.

Es decir, la persona realiza técnicas de relajación para que en el momento de la exposición a aquello que teme la ansiedad no pueda aparecer al existir una respuesta antagónica previa.

(Creo que me he explicado peor intentando aclararlo)

Si llenamos un vaso con relajación no podemos llenarlo con ansiedad. Esa es la idea.

Como digo es muy, muy eficaz y suele conseguir excelentes resultados.

Pero, peeeeero, como pasa siempre en psicología, cada persona es un mundo. Hay pacientes a los que les cuesta muchísimo relajarse,  incluso generando respuestas de mayor ansiedad. Para estos casos, el humor puede ser una buena alternativa.

La risa

No es mi intención ponerme demasiado técnica, pero es importante señalar que el sistema cerebral que se encarga de “gestionar” la risa es el sistema límbico, que a su vez es el que actúa (¡sorpresa!) cuando sentimos ansiedad.

El sentido del humor consigue que relajemos la rigidez de nuestros pensamientos, que no nos tomemos demasiado en serio, que aliviemos la carga emocional de los problemas que creemos tener.

NO significa que estemos menospreciando el sufrimiento que sentimos, que no lo estemos tratando como algo real… Es más una cuestión personal de “relajación activa” con la que poder minimizar los estragos de la ansiedad.

Sé que hay momentos en los que no le ves la puta gracia a nada, que te molesta incluso que la gente haga bromas o se ría… Es lógico. Cada persona, como decía, tiene unas necesidades. 

Pero si, en cambio, las técnicas de relajación nunca han ido contigo, si cada vez que escuchas eso de tranquila, te dan ganas de pisar alguna cabeza… Prueba con la risa. Lo peor que te puede pasar es que eches un buen rato.

✨Sesgo de Confirmación✨


Nuestro cerebro, más que basarse en las evidencias para generar opiniones, actúa al contrario:

Crea una hipótesis y después busca y busca (hasta que encuentra) hechos que la confirman.

Es un error cognitivo muy común, mucho más de lo que pensamos, y puede ser terriblemente disfuncional si las creencias enraizadas sobre nosotr@s mism@s son muy negativas.

Tu Dramaqueen intentará por todos los medios convencerte de las ideas irracionales que vierte sobre ti. Por eso no te extrañe que al principio del proceso, cuando la confrontes con datos objetivos, cambie su discurso ¡¡No va a soltarte tan fácilmente!! 

Para poder callarla…

  • Conócela
  • Intercepta sus mensajes
  • No te fusiones con lo que te dice
  • Expón datos que contradigan sus creencias
  • No la alimentes demasiado prestándole atención

Trátate con el cariño y la consideración que tratas a quien te rodea 😉 

✨La felicidad ¿se nace o se hace?✨

Sonja Lyubomirsky tras estar  más de 20 años investigando científicamente la felicidad ha llegado a la conclusión que el 50% de nuestra felicidad viene determinada por nuestros genes. Ésto es, que tenemos cierta predisposición a ser más o menos felices, como tenemos predisposición a padecer diabetes o a tener canas.

El 10% está directamente relacionado con los acontecimientos vitales, con las circunstancias que nos rodean (¿a que pensabas que influía mucho más?)

Entonces… ¿qué determina el 40% restante?

El 40% de nuestra felicidad está vinculado a las decisiones que tomamos, es decir, que tiene que ver con nuestra personalidad, cómo nos enfrentamos al mundo o cómo nos relacionamos. Como vemos, es un porcentaje significativo el que depende absolutamente de una misma y que por lo tanto es susceptible de cambiar y entrenar. 

Es un gran hallazgo saber que la felicidad se puede potenciar, entender que adoptando ciertas conductas se puede ser más feliz. 

No digo que sea fácil, ya que nuestro cerebro, para sobrevivir a lo largo de la evolución, ha tenido que desarrollar las capacidades de juicio, cautela y peligro… Además, tenemos un bagaje emocional lleno de aprendizajes que no se cambian de un día para otro. Funcionamos así, por eso, no, no es fácil, pero es posible. Hay que trabajarlo como se trabaja el cuerpo, día a día, a lo largo de toda nuestra vida.

¿Cómo se entrena la felicidad?

No es una frase facilona tipo “Si quieres puedes” Tienes que querer, claro, pero además trabajar para conseguirlo. Y el cerebro es muy perezoso para aceptar los cambios.

1- No se puede ser feliz siempre: la adaptación hedonista

El ser humano es capaz de adaptarse a cualquier circunstancia. Esto ha hecho que consigamos llegar donde hemos llegado. La parte “perversa” de esta realidad es que también lo hacemos ante las situaciones positivas. ¿No te ha pasado que has deseado algo durante mucho tiempo y en cuanto lo has conseguido ha dejado de hacerte feliz?

No se puede ser feliz siempre. Intentarlo sólo nos conduce a la frustración. El quid de la cuestión es valorar lo que hemos conseguido y no da por sentado que lo tendremos siempre.

2- Acepta tu punto de partida

La aceptación no es resignación. Sólo siendo realistas sobre quienes somos (y no sobre quiénes deberíamos ser) podremos trabajar para alcanzar nuestros objetivos. Aceptar es conocer sin hacer juicios de valor.

3- Busca objetivos valiosos y trabaja para conseguirlo

Viktor Frankl, psiquiatra, tuvo la desgracia de ser prisionero en un campo de concentración durante la II Guerra Mundial. Los horrores que allí se cometieron son de sobra conocidos, pero Frankl observó algo curioso, tenía más probabilidades de sobrevivir aquel que consideraba que tenía un objetivo, una meta, algo más grande que sí mismo.

No tenía que ver con la fortaleza física, ni con la profesión o el estatus previo, era algo más íntimo: la creencia que su vida tenía que servir para algo. Que valía la pena seguir. En sus propias palabras:

“Quien tiene un por qué para vivir siempre encontrará el cómo”

4- Focaliza tu atención en lo bueno que hay en tu vida. Agradece. No te instales en la queja.

Sentir gratitud se ha relacionado positivimante con otros constructos como el optimismo, la esperanza, las emociones positivas, la vitalidad, tener conductas más sociales… en definitiva, se ha encontrado a través de diversos estudios, que ser por lo general agradecida se vincula con la percepción subjetiva de felicidad.

No estamos hablando de ser conformistas o no ser conscientes de lo negativo que hay en el mundo… Es más ejercitar la atención hacia aquellas cosas que nos hacen sentir mejor.

5- Revisa la forma en la que te hablas.

Nuestros pensamientos son, casi todo el tiempo, discursos. A través del lenguaje no sólo nos explicamos la realidad, también la generamos. Este run-run continuado nos acompaña todo el día, aunque no seamos conscientes la mayor parte del tiempo. Es importante, no, importantísimo, escucharse, porque a veces nos decimos cada cosa…

Aprender a callar a nuestra dramaqueen, tratarnos con cariño, perdonarnos, ser indulgentes que nuestros fallos… Hará que bajen los niveles de autoexigencia y ansiedad. O lo que es lo mismo, te hará más feliz. 

6- Disfruta

El ritmo de vida que llevamos nos impide muchas veces hacer cosas sólo para disfrutar. 

Cuando tenemos tiempo libre, lo aprovechamos para limpiar, comprar o hacer un curso de perfeccionamiento para el trabajo. Es importante dedicarnos tiempo para hacer algo que simplemente disfrutemos, aunque no “sirva para nada”.

Esta es una de las grandes causas que diferencian los niveles de felicidad entre la niñez y la adultez… Llega un punto en el que si no es productivo, no lo hacemos. 

Sigue aprendiendo, pinta, medita, baila… Aunque no lo hagas muy bien, aunque no sea adecuado en esta sociedad. 

ATAQUES DE PÁNICO: LA AMENAZA DEL CUERPO.

¿Qué es un ataque de pánico?

Un ataque de pánico es una reacción física y mental ante una situación de ansiedad elevada que se da en un lugar determinado. Por ejemplo, en un centro comercial, en un supermercado, en un examen.

Esta ansiedad conlleva una percepción de amenaza respecto a nuestra integridad física y genera una serie de respuestas de control y evitación de síntomas corporales y lugares que se relacionan con la ansiedad.

¿Qué ocurre en un ataque de pánico?

En un ataque de pánico se desencadenan una serie de factores internos que acaban por generar diferentes síntomas. El sistema nervioso se sobreexcita y el circuito que activa el sistema de alarma se descompensa generando una sensación de amenaza o peligro intenso. Esto provoca que la persona ponga el foco en los síntomas corporales de la ansiedad y que los amplifique. A continuación se exponen brevemente los eventos internos más característicos de la ansiedad que pueden generar un ataque de pánico:

  • La ansiedad y el miedo que se genera provoca una serie de síntomas corporales aversivos y provoque una reacción ante la amenaza.
  • Respira más rápido para poder suministrar más oxígeno a los músculos.
  • El corazón late más rápido.
  • El sistema digestivo disminuye su actividad para que el cuerpo pueda centrarse en la amenaza inmediata.
  • Los músculos se contraen preparando al cuerpo para las respuestas a la ansiedad.

Por esto, la persona piensa que algo malo va a ocurrirle (un infarto, un desmayo, pérdida de control mental, sensación de pérdida de control de las vísceras…).
El problema es que esto ocurre normalmente cuando no hay una amenaza real. Es importante saber que un ataque de pánico es desagradable pero no peligroso para nuestra integridad física y que nunca va a suponer un riesgo más allá de las sensaciones incómodas de sus síntomas.


Un ataque de pánico puede suceder por numerosas razones:

  • Estrés mantenido durante un tiempo prolongado (pandemia, trabajo excesivo sin descanso, sobrecarga de la vida cotidiana, incapacidad de afrontar las exigencias del entorno…).
  • Preocupaciones sobre la salud. A veces la persona está tan preocupada por su salud que dedica mucho tiempo a comprobar su cuerpo. Esto conlleva una hipervigilancia que amplifica las señales corporales propias de la ansiedad.
  • Durante una enfermedad leve que preocupa a la persona.
  • Niveles de ansiedad elevados y mantenidos durante un tiempo prolongado.
  • De la nada. Algunas veces no hay un origen claro, se dispara el sistema corporal de alarma y desencadena estos ataques de pánico. Esto puede deberse a las relaciones entre sucesos en nuestro inconsciente ya que la memoria funciona por relaciones y derivaciones. A veces, este proceso se produce fuera del alcance de la consciencia.

¿Qué hace que se mantengan los ataques de pánico?

Existen una serie de reacciones que se dan al sufrir un ataque de pánico. Estas reacciones se dan en diferentes niveles y en la mayoría de los casos están presentes y forman parte de las respuestas de la persona ante la experiencia del pánico. Podemos distinguir tres niveles:

Cuerpo: con la ansiedad la persona experimenta síntomas corporales que pueden ser interpretados como catastróficos. Respiración acelerada, aumento del ritmo cardiaco, tensión muscular que puede provocar sensación de mareo.


Pensamientos: los pensamientos catastróficos respecto a síntomas corporales pueden generar el ataque de pánico. Además, focalizando la atención en estos síntomas se produce un afecto de amplificación, lo que genera más ansiedad y más propensión al pánico. A su vez, si la persona ha experimentado un ataque de pánico es empieza a preocuparse y esto genera ansiedad que puede llevar al ataque de pánico.


Comportamiento: la persona que ha sufrido un ataque de pánico no quiere ni está dispuesta a volver a pasarlo. Esto genera una serie de mecanismos de control de la ansiedad basados en la evitación o el escape de las situaciones relacionadas con el ataque de pánico.

¿Qué consecuencias tienen en la persona los ataques de pánico?

La persona que padece ataques de pánico repetidos empieza a sentir pérdida de control, sentimientos de incapacidad, miedo a exponerse a situaciones y generalización a otras situaciones que interpreta como parecidas. Esto genera una serie de mecanismos de control y evitación que acaban por convertirse en parte del problema.

Consejos para revertir los efectos de un ataque de pánico y disminuir la probabilidad de que vuelvan a aparecer:

  • Reconocer, identificar y tomar consciencia de que se tiene.
  • Identificar los síntomas y saber que nada peligroso va a sucederle. Son desagradables pero bajo ningún concepto amenazan la integridad ni la salud de la persona
  • Técnicas de desfusión. Esto conlleva el aprendizaje de una serie de técnicas encaminadas a tomar distancia de la situación.
  • Disminuir el estrés realizando actividades de auto cuidado, límites, delegación de responsabilidades y ejercicio físico.
  • Estrategias de aceptación de sensaciones y centrar la atención en estímulo externos.
  • Cuestionar los pensamientos catastróficos relacionados con la ansiedad ( me voy a desmayar, voy a perder el control, me voy a volver loco, me va a dar un infarto, voy a dejar de respirar)
  • Enfrentarnos y mejorar nuestra actitud y comportamiento ante situaciones que generan ansiedad
  • Generar comportamientos incompatibles con la evitación de las situaciones. Exponerse a las situaciones de menos a más y dando tiempo para tranquilizarnos
  • No escapar de las situaciones que generan ansiedad
  • Reducir los comportamientos de control y seguridad. Esto aunque a corto plazo nos haga sentirnos aliviados a largo plazo genera más ansiedad y aumentan la probabilidad de que el ataque de pánico vuelva a suceder.

Conclusión

El ataque de pánico es uno de los trastornos que aparecen con más frecuencia en la consulta psicológica. Su sintomatología y las preocupaciones que genera en quien los sufre provocan mucha preocupación y desconcierto. La buena noticia es que con asesoramiento psicológico es uno de los trastornos que mejor pronóstico tiene. Si estás pasando o crees que lo que te pasa podría encajar con este trastorno, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Estaremos encantados de poder ayudarte.

Autor: Francisco García Moreno. Psicólogo con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la psicoterapia. Master en psicología clínica y de la salud. Experto en psicología clínica por la European association of Psychology.

“Continuaré repitiendo el experimento hasta obtener el resultado correcto”

Hoy toca anécdota ilustrativa…

Años 60, Tanzania.

A los alumnos de la escuela secundaria de Magamba les permiten hacer sus propios helados . Hierven la leche que compran en el mercado y la mezclan con azúcar. Como no había espacio suficiente en el congelador, todos se afanaban por ser los primeros en colocar los suyos. Uno de estos alumnos, Erasto Mpemba, observó cómo algunos compañeros ni siquiera hervían su leche para poder meterla antes que los demás pero ¡sorpresa! sus helados no se congelaban antes que la de los que sí lo hacían.

Es decir.

Tras varias observaciones concluyó que la leche hirviendo se congela con mayor rapidez que la que está a temperatura ambiente contradiciendo no sólo las Leyes de Enfriamiento de Newton… también toda lógica .

¿Cómo va a enfriarse antes algo que está más caliente que algo que no lo está?

Aunque tanto sus profesores como sus compañeros se rieron de él cuando expuso esta realidad, aprovechó la visita a su escuela del Dr. Denis Osborne, profesor del University College Dar es Salam para plantearle sus observaciones.

Osborne, por supuesto, pensó que había cometido algún error, aún así le instó a seguir haciendo experimentos y le aseguró que haría lo mismo cuando volviera a la Universidad .

Y así lo hizo… Pidió a un técnico de su laboratorio que replicase experimentalmente la hipótesis de Mpemba. Tras los primeros resultados, el técnico le dijo que efectivamente el agua caliente se había congelado antes que el agua a temperatura ambiente a lo que inmediatamente añadió

“Pero continuaremos repitiendo los experimentos hasta que obtengamos los resultados correctos”.

Como es de suponer, los resultados fueron constantes y aunque hoy todavía hay cierta controversia sobre cómo puede producirse este fenómeno el Efecto Mpemba es ampliamente aceptado por la comunidad científica.

El efecto Mpemba contradice leyes asentadas y estudiadas durante siglos, por eso fue tan complicado demostrarlo.

La ciencia, que se jacta (y así lo hace) de basarse únicamente en la observación, la inducción y la réplica no pudo creerse esta realidad porque no entraba en sus esquemas .

Así es como funciona el cerebro humano.

Construimos un mundo en el que debemos encajar aquello que la vida nos pone delante.

No pasa nada. Es la forma que ha tenido de adaptarse al flujo incesante de información. Sólo que cuando estos esquemas son rígidos, desadaptativos o no responden a la realidad tenemos que revisarlos y no dejar que la dramaqueen sea la que nos diga qué es verdad y qué es mentira. 

Centrarnos en los hechos objetivos es un ejercicio muy eficaz para no dejarnos llevar por la sobregeneralización, la catastrofización o el todo o nada.

En definitiva, para ser más felices.

¿Y tú? ¿Crees que tienes pensamientos distorsionados que te hacen daño?

Descarga nuestra hoja de registro gratuita para conocerlos todos.

✨INÉS DEL ALMA MIA ✨

El día 15 de octubre de 2018, Día de la muerte perinatal y gestacional a las 9:56 de la mañana publiqué un post en mi página de Facebook sobre psicología haciendo una llamada al reconocimiento del duelo de las mujeres y familias que habían perdido un bebé durante la gestación o después de la misma y me leí la Guía sobre qué hacer en caso de muerte perinatal que la Asociación Umamanita había publicado esa misma mañana. Yo estaba embarazada de mi hija Inés, de 38+5sdg (semanas de gestación) y nunca imaginé que ese mismo día a las 18:00 horas yo me iba a convertir en una de esas mujeres y mi familia en una de esas familias.

La última vez que sentí a Inés fue de madrugada, tenía mucho hipo y no me dejaba dormir. Me levanté por la mañana y no se movía, pero ilusa de mí, pensé – “Estará dormida. Ahora cuando desayune seguro que se activa. Además tiene muy poco espacio.” Desayuné, pero Inés no se movió, algo en mi me decía que no iba bien. Pero no quise pecar de paranoica. Volví a desayunar, pero tampoco se movió.

Le dije a mi marido que después de pasar consulta por la tarde me llevase al médico porque sentía que algo no iba bien. Me dejó en urgencias del hospital materno y él se fue con mi hijo mayor, porque yo le dije: “seguro que no es nada, pero me quedo más tranquila”.

Me hicieron pasar. Me pusieron el doppler, pero la matrona no encontró latido. Me dijo que iba a llamar a la ginecóloga para que me hiciese una eco, que los aparatos a veces no captan el latido por la posición del bebé.

La ginecóloga vino acompañada de dos médicos más. Me llevó a la consulta donde se encontraba el ecógrafo y empezaron a llegar más médicos. Todos miraban la imagen del ecógrafo con cara de circunstancias. Recuerdo a una de ellos, joven a la que se le saltaron las lágrimas. Fue entonces cuando lo supe y pregunté -¿Que no, no?- y la médico me hizo un gesto con la cabeza y me dijo: “No. No hay latido”.

En ese momento pegué un salto de la camilla, casi me caigo y los médicos no hacía más que decirme que estuviese tranquila (os recomiendo recordar no decirle a nadie nunca eso de tranquila cuando ocurre una situación que es para no estarlo). Yo solo pensaba para mis adentros que me acababan de decir que mi hija estaba muerta y que podía estar de todo menos tranquila. Recuerdo que sólo decía: “no me puede estar pasando esto a mi hoy. No puede ser.”

Me ofrecieron irme a casa, pero les dije que no, que tenía que llamar a mis padres, mi marido, mis suegros para organizarnos con mi hijo y que viniese mi marido al hospital que yo no me iba a casa. Después de llamarlos yo solo podía pensar en la información de la Guía que había leído por la mañana y una historia que se hizo viral sobre una orca que parió a su cría muerta y la llevó en el lomo durante tres semanas, hasta que ya no pudo más y la dejó ir. Me repetía una y otra vez que tenía que afrontar la situación. Soy psicóloga y es lo que repito en todas las consultas.

Vino mi marido y su tía, que fue matrona. Mientras tanto la médico me dio a elegir si parto natural o cesárea. “Parto vaginal”, respondí.  No paraba de pensar en la orca y su cría y me decía a mi misma que la naturaleza es una gran maestra. Gracias a la vida, apareció también Aroa, la matrona que asistió mi parto y que estaba formada en qué hacer en estos casos. Sentí que hablaba mi idioma, que me entendía y en todo momento me dio opción de lo que hacer y me recomendó lo que era mejor para mí y para el duelo. Le dije que quería hacerlo como ocurre en la naturaleza, como si Inés estuviese viva porque era consciente de que eso me iba a ayudar en mi proceso de duelo, y efectivamente fue lo mejor que pude decidir.

No sé qué hora era, perdí la noción del tiempo. Me pusieron propess por tener cesárea anterior de mi hijo Mateo para inducir mi parto y me llevaron a la sala de dilatación 1 del hospital de Jerez que es donde suelen poner a las familias que les ocurre esto. Empezaron las contracciones y varias veces me ofrecieron ponerme un sedante. Yo decía que no una y otra vez y me preguntaban que por qué no, yo siempre respondía que sabía que eso me anestesiaría y me alejaría de contactar con la experiencia de parir a Inés y de la pérdida, cuestión que se que es fundamental para el proceso de duelo. Contactar con la realidad de la pérdida, creer lo que ha pasado, es el primer paso para sanar.

Finalmente accedí porque me dijeron que eso haría que mi cuello se relajara y que el trabajo de parto se facilitase. Fue como haberme bebido 4 copas y coger un punto gracioso sin haber cogido ni una sola, incluso llegué a bromear con mi marido y reírme entre contracción y contracción. Lo cierto es que no recuerdo si me pusieron oxitocina sintética o no.

Cuando comenzaron a darme más seguido y ser más dolorosas, hacia el sonido “aaaaaaaaa” con un boli entre los dientes para engañar un poco al cerebro y mi marido masajeaba la parte baja de la espalda para mitigar el dolor. En cierto momento, me hicieron tacto y me dijeron, te vamos a bajar para poner la epidural. Me la puso un anestesista con pinta de muy moderno y me puso una dosis tan alta que no sentía de barriga para abajo absolutamente nada. Pensé en que me la pondrían como con mi hijo(walking epidural) pero no fue así. Me empezó a dar mucho frío, temblaba mucho, tiritaba.  Tanto que me pusieron una manta enchufada a aparato que emitía calor que tenían en quirófano. Me dio un poco paranoia de que iba a morir yo también, que no podía sentirme las piernas y que la tensión era muy baja y que yo también moriría. Fueron unos momentos muy angustiosos. Preguntaba a mi marido cada vez que pitaba el aparato de la tensión que cuanto marcaba. Menos mal que llegó Aroa Vaello en el cambio de turno, la matrona formada en casos de duelo y me tranquilizó con su presencia, experiencia y sus palabras.

Conseguí dormir un poco y no se a qué hora apareció Aroa acompañada de la Tía de mi marido, matrona jubilada. Me hicieron tacto y me dijeron que estaba completa. La cabecita de Inés ya se veía un poco. Oí decir a Aroa que tenía el cráneo muy acabalgadito. Me dijeron que empujara, pero no podía debido a la gran cantidad de epidural que me habían puesto. Me retiraron a bomba de anestesia y me llevaron a paritorio. Mi marido vino conmigo. Le pusieron e atuendo correspondiente y a mi me pasaron al potro entre 6 personas. De esas 6, algunas se fueron y otras se quedaron.

Nuestra Tía Paz, se quedó fuera pero podía asomarse por una ventanita. Todo el personal estaba en silencio, luz natural, solo un pequeño foco encendido. Aroa, estaba esperando a Ines e Isabel me guiaba en los pujos haciéndome observar mi barriga para ver cuando tenía que empujar ya que no podía sentir nada.  Después de 3 empujones Aroa me dijo- ya está aquí la cabeza, ¿quieres verla?- yo le dije que sí. Cogió un espejo y lo puso mirando hacia mí. Pude ver la cabeza de Inés llena de pelo. En unos cuantos empujones más  Inés salió. Me la pusieron encima, estaba calentita. Era preciosa, larga y se parecía muchísimo a su hermano. Tenía la boquita abierta y olía a flores. Comenté con mi marido que era igual que Mateo. Parte de su piel estaba despegada. Le pusieron una toallita encima. Me cosieron y me avisaron que se la llevarían para pesarla y medirla, envolverla y me la darían de nuevo.

El parto fue una experiencia para mi preciosa, mágica, pero sin la recompensa de la vida, de poder mirar a los ojos de mi hija, de escuchar su llanto. Nació a la 13:30 del día 16 de octubre de 2018.  Aroa me ofreció que si quería que le tomase huellas de manos y pies y que si quería estar un rato con ella para despedirme, para despedirnos. Le dije que sí, porque sabía que era la única oportunidad que tendría de hacerle fotos, de acunarla, besarla, cantarle una nana y decirle adiós PARA SIEMPRE. También de generar recuerdos con ella que me acompañaran toda la vida. Recuerdo como lloraban todas y como estaban en silencio. Yo les decía, gracias por ser mis angeles en la tierra.

Mi marido me hizo fotos, poco después de ponérmela encima y también cuando se la llevaron para medirla. 

Al quitarme la anestesia mis piernas empezaron a responder pero yo no las controlaba. Casí le pegué una patada a una de ellas, sin querer. Me dio risa y pedí perdón.

Me pasaron otra vez a una cama. Me devolvieron a Inés con un pañal, un gorrito rosa y envuelta en una empapadera. Dije que había traído ropa para vestirla pero me dijeron que para qué iba a hacerlo. Me arrepiento de eso. De no haberla lavado y vestido.

Un celador nos llevó otra vez a la sala de dilatación 1. Recuerdo su cara y sus lágrimas. Me esperaban mis padres. 

No os niego que mientras dilataba y paría mi mente no paraba de decir “seguro que ocurre un milagro y cuando salga, te la pongan encima y escuche tu corazón, se despertará”. Se lo decía a mi marido en la sala de dilatación y él me decía: “Gordi, eso no va a pasar”.  El también me dijo, es impactante que nuestra hija muera un día y nazca al siguiente. Así es. Dar a luz a tu hija muerta es una paradoja de la vida pero es una realidad que existe y ocurre y debemos estar preparadas para ello. 

Hice como la orca. Tuve a Inés conmigo hasta que ya no pude más porque su cuerpo empezó a mostrar signos muy evidentes de la falta de vida. Su aspecto había cambiado y un hilito de sangre salía por su nariz. Estaba fría y la piel empezaba a despegarse del resto del cuerpo.Se despidió de ella, mi marido y mis padres. Luego les pedí que me dejaran a solas. Le canté una canción que suelo cantar a mi hijo para ir a dormir y cumpleaños feliz. Lloraba mientras lo hacía. A las 15:15 del día 16 de octubre llamé a la matrona y se la llevaron. PARA SIEMPRE.

Cuando me preguntan como psicóloga cómo superar la muerte de un hijo/a siempre digo que los hijos/as no se superan, se viven, estén donde estén. El reto de este duelo es maternar en el corazón. Entender que la muerte no acaba con la relación ni el título que ostentamos. Entender que el duelo es un proceso donde la persona es activa, es decir, el duelo es algo que hacemos, no que nos pasa. En el que hay diferentes tareas como proponen los modelos actuales y no fases, que deben ser abordadas:

  1. Aceptar la realidad de lo ocurrido: entender que lo que ha pasado me a ocurrido a mi. Por eso es tan importante en esos primeros momentos que la mamá y la pareja tengan contacto con el bebé fallecido, porque eso les va a ayudar en esta primera tarea, por muy duro que suene.
  2. Conectar y prestarse a sentir todas las emociones que acontecen: vacío, rabia, ira, envidia, miedo, desesperanza, tristeza, culpa, alivio, calma…Poder elaborarlas junto con el dolor tan inmenso que la muerte de un hijo/a deja.
  3. Reconstruirte como esa nueva tú que nace después de que tu hijo/a haya muerto durante el embarazo o poco después y reconstruir una vida que no habías imaginado con ese hijo/a presente de otra manera. Adaptarte a esa nueva vida.
  4. Aprender a “maternar en el corazón”: construir la relación desde el recuerdo del amor y tiempo compartidos. Hacer de la ausencia, presencia desde el recuerdo.

Es un duelo muy duro y que por la casuística y peculiaridad tiende a complicarse, por ello es muy importante recibir apoyo. Siendo consciente de ello, poco después de que me ocurriera fundé una Asociación junto con dos matronas de apoyo al duelo perinatal llamada Asociación Matrioskas, de la que ahora soy psicóloga voluntaria acompañando grupos de ayuda mutua. Realizamos nuestra labor en Andalucía.

Por otro lado también me especialicé en psicología perinatal y duelo perinatal y atiendo en mi consulta privada a familias que les ha ocurrido y doy formación en duelo a sanitarios en hospitales.

Recomiendo a todas las familias que hayan pasado por ello informarse de los recursos disponibles en este sentido y recibir ayuda. No es algo banal, aunque la sociedad lo silencie. Tenéis derecho a vuestro dolor. Solo vosotros sabéis cuanto os duele. Porque el dolor del duelo no es proporcional al número de semanas, días o años, sino a la cantidad de amor que sentís. Y el amor de una madre o un padre por su hijo o hija es incalculable.

✨Cómo la Dramaqueen construye tu Realidad✨

o la influencia de la interpretación cognitiva sobre los acontecimientos y sus consecuencias

¿Qué es la realidad? 

Sin entrar en diatribas filosóficas sobre si lo objetivo existe en su forma más pura, hay algo en lo que todo el mundo tiene que estar de acuerdo:

La realidad es interpretada por nuestra mente . 

No hay ningún cerebro que no escoja, clasifique y explique aquello que es “captado” por los sentidos. 

Es normal.

El cerebro no puede asumir de forma analítica toda la información que recibe. Durante el proceso evolutivo del ser humano se dieron procesos a los que llamamos de economía cognitiva, esto es, paquetes predeterminados para valorar lo que nos rodea y conseguir seguir siendo funcionales.

Como veréis, esto es genial . Nos permite ser quienes somos y no quedarnos en babia cada vez que nos llega un estímulo.

Es decir, el cerebro humano necesitó generar mecanismos para interpretar la realidad a favor de la propia supervivencia.

¿Cuál es el problema, entonces?

La desadaptación ocurre cuando estos “paquetes” de análisis y creencias sobre la realidad se alejan de la misma, son inflexibles y terminan generándonos malestar.

El clásico entre los clásicos: Las distorsiones cognitivas.

Las distorsiones cognitivas (que por aquí hemos bautizado como Dramaqueen) son una forma aprendida de procesar lo que nos rodea de forma poco útil. Es importante saber que son aprendidas, porque, como tales pueden “desaprenderse” (que es, al fin y al cabo, el objetivo que tenemos).

Toooodas tienen características comunes como:

Son automáticas (a veces ni te das cuenta que están ahí)

Son mensajes directos y contundentes (nadie, siempre, debería…)

Son creíbles o al menos nos las terminamos creyendo en la mayoría de los casos.

Tienen consecuencias inmediatas pero también a medio y largo plazo.

Pongamos ejemplos…

  • Nadie me quiere.
  • Soy un fraude.
  • Tengo muy mala suerte.
  • Se están riendo de mí.

Seguro que en algún momento has tenido un pensamiento de este tipo (oye, y si no es así ¡perfecto! Me encantaría conocerte… )  Son bastante comunes y toman diversas formas. Poniendo el dedo en la llaga a cada cual donde más le duele. 

A veces no somos conscientes ni de que los tenemos, por eso es importante conocer cuáles son e interceptarlos entre la amalgama de pensamientos que tenemos a lo largo del día.

Sólo reconociéndolos seremos capaces de confrontarlos de forma racional.

Es decir.

Si me repito de forma automática 20 veces “no valgo para nada” ese pensamiento llegará a convertirse en realidad ya que no estamos ofreciendo una alternativa .

Y, claro, el malestar que generará será brutal.

Peeeeero… Si consigo escucharme y en ese momento decirme (por ejemplo)…

-¿En qué te basas para decir eso?

-¿No es un poco exagerado decir que no valgo para NADA ?

-Seguro que hay algo que consigo hacer

-Pues el otro día fui a comprar peras, o sea, que hay cosas que sí puedo hacer (el humor, SIEMPRE es un recurso potentísimo)

La idea, como vemos, es ofrecernos un discurso que se ajuste más a la verdad, en lugar de dejarnos llevar por los pensamientos extremistas de la Dramaqueen.

Para empezar, como vemos, lo primero es darnos cuenta.

Y queremos ayudarte con este material de trabajo descargable con el que aprenderás a identificar cada trampa de la mente y, además, una hoja de registro para que puedas llevar la cuenta de los mensajes que la Dramaqueen te lanza.

Al registrarlos tendremos una visión completa de aquello que nos decimos y, por lo tanto, será mucho más fácil ocuparnos.

¿Estamos preparadxs para cambiar la forma en la percibimos la realidad ?

Descárgalo gratis aquí.