✨LA PERFECCIÓN PARA LAS MÁQUINAS✨

Vivimos en una sociedad individualista y competitiva, donde destacar por encima de los demás es señal de éxito, mientras que el conformismo se entiende como signo de dejadez y debilidad.

Esto puede llevarnos a pensar que nuestro valor como personas aumenta en la medida en que nos acercamos a la perfección, asumiendo, por tanto, que el margen de error en todo cuanto hacemos es mínimo. Hoy me gustaría hablaros de la búsqueda de la perfección y sus consecuencias.

EMPECEMOS POR UNA DEFINICIÓN

Seguramente estemos de acuerdo en definir la perfección como la ausencia total de errores o defectos en un resultado. No obstante, probablemente tú y yo tengamos una idea distinta de lo que es perfecto, pues se trata también de un concepto muy subjetivo. Cada uno de nosotros se ve condicionado en distinta medida por su búsqueda particular de la perfección.

Pero, ¿realmente podemos alcanzar la perfección?

La respuesta es NO, el ser humano es imperfecto por naturaleza, por lo que ser perfeccionista es una batalla perdida desde el inicio. Sí, lo sé, esto puede llegar a ser un poco decepcionante al principio, pero visto de otra manera, también es muy liberador. Ser consciente de que la perfección es inalcanzable te permitirá buscar la excelencia desde una base mucho más sana para tu salud mental y física. 

Como curiosidad me gustaría que pienses en aquello que nos dicen o que solemos decir a alguien que ha logrado una hazaña similar a la perfección: “eres una máquina”. Esta puede parecer una frase hecha más, pero denota cierta consciencia de que lo humano está lejos de ser perfecto. Si alguien se acerca mucho a nuestra idea de perfección optamos por despojarlo de su naturaleza humana y otorgarle un calificativo más afín a resultados impolutos como es el de “máquina”. 

Entonces ¿es bueno o malo ser perfeccionista?

La respuesta, como en tantas otras ocasiones, es el temido y desconcertante DEPENDE. Al que le sigue la obligada pregunta “¿depende de qué?”. Pues bien, depende de la flexibilidad de nuestra idea de perfección y de si somos amos o esclavos de la misma. 

La búsqueda de la perfección puede sacar lo mejor de nosotros, de eso no hay duda. Pero si en algún punto de esa carrera olvidamos que este objetivo es del todo incompatible con nuestra naturaleza humana el perfeccionismo se convertirá en una fuente de sufrimiento y frustración constantes. 

SOBREEXIGENCIA

Si eres una persona demasiado perfeccionista seguramente te impongas estándares del todo inalcanzables en cada uno de los proyectos que emprendes. Esto, junto a una evaluación hipercrítica de tus resultados, te condenan a una insatisfacción permanente con los mismos. Es decir, no hay espacio para un conformismo sano que te permita ver que, llegado a un punto concreto de tiempo y esfuerzo invertidos, tu trabajo está “suficientemente bien”.

BAJA AUTOESTIMA

Quizá tu búsqueda de la perfección te haya conducido a pensar que tus esfuerzos son siempre insuficientes, o bien, que algo falla en ti. De esta forma, el perfeccionismo puede afectar gravemente a tu autoimagen, empobrecer tu autoestima y reducir tu aceptación personal. 

MIEDO AL ERROR

Por otro lado, puede que también tengas cierto pavor a comente errores, pues te estarían alejando de tu idea personal de perfección. En este sentido, debes saber que el miedo al error al que conduce el perfeccionismo puede resultar contraproducente. Preocuparte en exceso por no cometer errores te impide centrarte en aquello que debes hacer para, efectivamente, evitarlos. 

TOLERAR LO IMPERFECTO

Aprender a tolerar cierto grado de imperfección en tus proyectos puede significar un alivio importante de la presión que te autoimpones. Iniciar tus proyectos con el deseo de alcanzar la excelencia, pero con la idea clara de que el resultado perfecto no es más que una utopía, te permitirá reducir el estrés, la presión y la preocupación por evitar equivocaciones. 

El escritor y filósofo francés Voltaire, acuñó una frase que resumen muy bien estás ideas: “LO PERFECTO ES ENEMIGO DE LO BUENO”. Con ello expresa que es preferible alcanzar resultados suficientemente buenos (aunque no perfectos) antes que obsesionarse con alcanzar la perfección, pues esto último implica, como bien he comentado, adentrarse en una guerra perdida.  

El perfeccionismo es, en definitiva, una característica deseable siempre y cuando el saldo entre la conformidad con los resultados obtenidos y aquello que invertimos para lograrlos – tiempo, esfuerzo, salud física y mental… – sea siempre positivo.

Si actualmente eres esclavo de tu perfeccionismo y esto afecta a tu bienestar, acudir a terapia puede ser una buena forma de comprender y gestionar este afán de mejora para conseguir ponerlo de tu lado.